Este mosaico está en la iglesia de San Vital en
Ravena, ciudad del norte de Italia que fue la capital del final del Imperio
Romano de Occidente y más tarde del reino Ostrogodo de Italia. Cuando las
tropas de Justiniano, emperador bizantino, conquistaron Italia en el año 538,
mantuvieron la capital en Ravena.
Justiniano engrandeció al imperio Bizantino,
conquistando numerosos territorios. Aprovechando el genio militar de su
principal general, Belisario, arrebató a los bárbaros germanos numerosos
territorios en Occidente: África a los vándalos, Córcega, Cerdeña e Italia a
los Ostrogodos, el sur de España a los visigodos. También unificó las leyes en
un solo código y gobernó con puño de hierro a la Iglesia, apoyando a la
ortodoxia católica como religión de Estado frente al arrianismo, el monofisismo
y el nestorianismo.
Justiniano es representado en el centro de la imagen
con una toga de color púrpura, reservada para el emperador y con bordados en
oro. Lleva corona y halo alrededor de su cabeza, lo que le da connotaciones de
santidad. Está rodeado por soldados, sacerdotes y un obispo, como muestra de su
doble poder, terrenal y religioso.
En el arte bizantino la decoración de los interiores era
una cuestión muy importante, y los mosaicos eran parte fundamental de esa
decoración. El arte bizantino y la decoración con mosaicos influyeron en
monumentos muy importantes de Occidente, como la catedral de San Marcos en
Venecia. En la cúpula del mihrab de la Mezquita de Córdoba también hay mosaicos
bizantinos.
La arquitectura bizantina tuvo también una gran
influencia en las construcciones de los turcos, que conquistaron Estambul en
1453. La mayoría de mezquitas de esa ciudad están construidas a imagen y
semejanza de la gran catedral bizantina, Santa Sofía.
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